Dos gemelas de 17 años que viven su vida en las calles de Madrid, son como dos gotas de agua, ambas son cariñosas, sonrientes, felices y alegres con su vida.
Pero todo cambia una noche fría de invierno, en la casa se escucho como una especie de estallido y Sara abrió los ojos sorprendida, pero en vez de encontrarse en su habitación se encontraba en el pequeño bosquecillo que tenía el amplio jardín de la mansión. Antes si quiera de ponerse a pensar qué demonios hacia allí, el olor a quemado llego a su nariz y con un grito ahogado vio que parte de la mansión se estaba incendiando, sabia cual era, la habitación de su hermana. Con un grito corrió a la mansión y subió las escaleras, se abrió paso a través del humo y por poco se quemo al intentar entrar en la habitación de su hermana, esta estaba sobre la cama con los ojos desorbitados de la sorpresa al encontrarse rodeada de llamas. Sara apago el fuego con un extintor y le pregunto muy nerviosa a su hermana que narices había pasado, ella no supo que responder, así que intentaron ignorar el tema.
Los días empezaron a pasar y había algo diferente, Dana parecía que estaba siempre con fiebre, pero ella se encontraba perfectamente. Sara cada vez hablaba menos con sus amigas, encontrándose al final sola, solo hablaba con su hermana, parecía ser la única persona con la que de verdad le merecía la pena hablar y además interesante.
Una tarde cuando volvían del instituto, al entrar en su casa Sara noto a su hermana Dana muy tensa, ella más que tensa sentía mucho frio, más de lo normal, y unas presencias en su casa; incrédulas encontraron en su salón a 4 adultos, tres hombres y una mujer, y esta ultima tenia a un niño y una niña a su lado.
Sara y Dana iban a llamar a la policía cuando uno de los hombres, uno alto y pelo castaño claro, clavo sus gélidos ojos en ellas. Sara sintió mucho frio y que se iba a desmayar, pero su hermana Dana sentía un odio inmenso sin saber por qué; otro de los hombres, el que parecía más mayor, dijo un nombre que nunca había oído y que se relajase, el nombrado dijo algo inteligible y volvió a su sitio. La mujer se levanto y miro a Sara, esta cuando miro a la chica sintió como si ya la conociese, y al igual que con su hermana, la encontraba como algo interesante y con quien no perdía el tiempo; Dana sentía lo mismo hacia un chico de pelo rubio y unos extraños pero cálidos ojos de un verde esmeralda.
Los desconocidos empezaron a contarles algo extraño y sin sentidos para ellas, sobre un mundo en donde habitaban otros seres, como hadas, duendes, seres parecidos a las sirenas, gigantes. Las hermanas pensaron que era una broma, pero al mismo tiempo había algo en las palabras de aquellos desconocidos que les hacía pensar que era verdad.
Tras mucho deliberar, las hermanas decidieron creer a los desconocidos y acompañarles en algo que parecía tan irreal que era hasta divertido…
Pero todo cambia una noche fría de invierno, en la casa se escucho como una especie de estallido y Sara abrió los ojos sorprendida, pero en vez de encontrarse en su habitación se encontraba en el pequeño bosquecillo que tenía el amplio jardín de la mansión. Antes si quiera de ponerse a pensar qué demonios hacia allí, el olor a quemado llego a su nariz y con un grito ahogado vio que parte de la mansión se estaba incendiando, sabia cual era, la habitación de su hermana. Con un grito corrió a la mansión y subió las escaleras, se abrió paso a través del humo y por poco se quemo al intentar entrar en la habitación de su hermana, esta estaba sobre la cama con los ojos desorbitados de la sorpresa al encontrarse rodeada de llamas. Sara apago el fuego con un extintor y le pregunto muy nerviosa a su hermana que narices había pasado, ella no supo que responder, así que intentaron ignorar el tema.
Los días empezaron a pasar y había algo diferente, Dana parecía que estaba siempre con fiebre, pero ella se encontraba perfectamente. Sara cada vez hablaba menos con sus amigas, encontrándose al final sola, solo hablaba con su hermana, parecía ser la única persona con la que de verdad le merecía la pena hablar y además interesante.
Una tarde cuando volvían del instituto, al entrar en su casa Sara noto a su hermana Dana muy tensa, ella más que tensa sentía mucho frio, más de lo normal, y unas presencias en su casa; incrédulas encontraron en su salón a 4 adultos, tres hombres y una mujer, y esta ultima tenia a un niño y una niña a su lado.
Sara y Dana iban a llamar a la policía cuando uno de los hombres, uno alto y pelo castaño claro, clavo sus gélidos ojos en ellas. Sara sintió mucho frio y que se iba a desmayar, pero su hermana Dana sentía un odio inmenso sin saber por qué; otro de los hombres, el que parecía más mayor, dijo un nombre que nunca había oído y que se relajase, el nombrado dijo algo inteligible y volvió a su sitio. La mujer se levanto y miro a Sara, esta cuando miro a la chica sintió como si ya la conociese, y al igual que con su hermana, la encontraba como algo interesante y con quien no perdía el tiempo; Dana sentía lo mismo hacia un chico de pelo rubio y unos extraños pero cálidos ojos de un verde esmeralda.
Los desconocidos empezaron a contarles algo extraño y sin sentidos para ellas, sobre un mundo en donde habitaban otros seres, como hadas, duendes, seres parecidos a las sirenas, gigantes. Las hermanas pensaron que era una broma, pero al mismo tiempo había algo en las palabras de aquellos desconocidos que les hacía pensar que era verdad.
Tras mucho deliberar, las hermanas decidieron creer a los desconocidos y acompañarles en algo que parecía tan irreal que era hasta divertido…